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Nuestra huella ecológica y la responsabilidad de reducirla

¿Realmente tu estilo de vida es sostenible? En los últimos tiempos llegan a nosotros infinidad de noticias sobre las consecuencias que nuestro nivel de vida actual tienen sobre el medio ambiente: el cambio climático, la sobreexplotación agrícola y pesquera, el aumento de los gases de efecto invernadero, la reducción sistemática de los bosques del planeta y un largo etcétera; son datos que nos indican que estamos provocando cambios en nuestro entorno pero realmente no cuantifican las consecuencias globales de nuestra actividad; es necesario un indicativo aproximado del impacto real que nuestra demanda hace sobre los recursos limitados del planeta y la capacidad de este para regenerarlos. Por todo ello surge el concepto de la huella ecológica.

La huella ecológica mide la superficie terrestre y marítima necesaria para producir todos los recursos demandados por un individuo, población o nación más la superficie necesaria para asimilar los residuos que genera. Esta área se mide en hectáreas globales (1 hectárea equivale aproximadamente a la superficie de un campo de fútbol), ya que es independiente del lugar donde se encuentre esta superficie y puede medirse a diferentes escalas, desde la huella ecológica de una persona en concreto hasta la huella ecológica de una población o nación en su conjunto.

Un test de huella ecológica dará como resultado las hectáreas totales necesarias para mantener nuestro estilo de vida de forma indefinida, y mediante una extrapolación nos indica el número de planetas tierra que serían necesarios para mantener la demanda ecológica si toda la población mundial tuviera nuestro mismo nivel de vida. El resultado se divide a su vez en cuatro partes:

– Huella de carbono: superficies de bosques, océanos u otros biomas necesaria para absorber las emisiones de CO2  generadas en la producción y transporte de energía que demandamos y también las emisiones generadas por los transportes que empleamos.

– Huella de alimentos: superficies necesarias para la plantación de cultivos, pastos de explotaciones ganaderas y superficies marinas necesarias para un producción biológica mínima que satisfaga la demanda pesquera; incluyendo los costes energéticos y de recursos asociados a su producción, transformación y transporte de todos los alimentos que consumimos.

– Huella de alojamiento: terrenos ocupados por nuestros hogares más la superficie necesaria para producir todos los materiales y recursos empleados en su construcción y mantenimiento, incluyendo también el mobiliario

– Huella de bienes y servicios: superficies necesarias para la producción de bienes de consumo, tanto en forma de energía como en materias primeras para su producción, más los terrenos ocupados por el sector industrial y el sector servicios asociados a todos estos bienes. Mediante esta herramienta podemos observar de manera muy gráfica cual es el impacto directo que causamos individualmente sobre nuestro planeta a lo largo de nuestra existencia y también ver cómo podemos reducirla con pequeños cambios en nuestros hábitos. Desde hace más de 20 años la humanidad ha entrado en deuda ecológica y en la actualidad a nivel global los humanos consumimos un 56% de recursos por encima de la biocapacidad del planeta, por lo tanto para mantener el nivel actual de consumo indefinidamente, se necesitarían 1,5 Tierras. En el caso concreto de España los datos son todavía peores, estamos consumiendo el triple de lo que nos podemos permitir

“Si toda la población mundial tuviera el nivel de vida español serían necesarias 3 tierras para mantenerlo indefinidamente.”

El sistema económico actual no está teniendo en cuenta este déficit ecológico y por el contrario se basa en un crecimiento infinito del consumo en un planeta finito. Esta mala gestión de los recursos por parte de los gobiernos nos está endeudando con el planeta reduciendo año tras año su capacidad de regeneración.

Reduce tu huella ecológica con pequeños grandes gestos

Mientras que la huella ecológica no sea realmente tenida en cuenta como dato complementario al PIB y que no se produzca un cambio hacia un sistema económico sostenible está en nuestra mano reducir nuestra huella ecológica individualmente en nuestro día a día por medio de pequeños gestos al alcance de todos:

– Debemos optar por el autoconsumo o por una comercializadora que te garantice que tiene las garantías del origen renovable de todos los kilovatios que va a facturar a nuestro hogar o empresa. Cámbiate en siete sencillos pasos.

– Emplear electrodomésticos de bajo consumo y de alta eficiencia energética.

– Emplear el transporte público siempre que nos sea posible. – Dar más peso en nuestra alimentación a los productos ecológicos y que su origen sea cercano. A poder ser tener una alimentación equilibrada y sin excesos.

Emplear el agua de una forma eficiente y tratar de que los productos de higiene y limpieza sea biodegradables o lo menos tóxicos posibles.

– Separar y reciclar todos nuestros residuos y tratar de reducir nuestro consumo.

«A lo largo de nuestra vida debemos aspirar a dejar una huella en la historia por nuestros logros  y a su vez vivirla dejando la menor huella ecológica posible.»

Existen páginas donde podemos obtener nuestra huella ecológica personal, por ello reto a nuestros lectores a que calculen la suya en cinco minutos mediante un sencillo cuestionario, el resultado no les dejará indiferentes: